domingo, 27 de diciembre de 2009

En pro de familias ¿normales?

Uuuf... después de tener abandonadísimo este changarro, aquí ando de nuevo, porque tengo mucho en mi ronco pecho para decir, sobre un tema que se debate hoy día en muchos rincones de México.

A raíz de la aprobación en el Distrito Federal del matrimonio entre personas del mismo sexo y la probable aprobación de los derechos de adopción para ellos, ha empezado una batalla casi campal entre opositores y promotores de estas reformas.

El meollo principal del asunto, o, mejor dicho, hacia donde lo han dirigido los opositores, es la manera en que se ve afectado emocionalmente un niño que crece dentro de una familia con padres del mismo sexo.

En mi opinión personal, esto es una cuestión que afecta a los niños en la medida que ambos padres no se asuman como tales, no brinden el soporte emocional requerido por el niño, no se responsabilicen por la vida que ahora depende de ellos.

Esto no es exclusivo de las parejas del mismo sexo, mejor dicho, no debería serlo, habiendo tanta gente irresponsable por ahi, que traen niños al mundo, en muchos de los casos porque se les chispoteó, en otros tantos porque era lo que se esperaba de ellos y en algunos más, por una necesidad de realización personal.

No creo que un niño se vea más afectado por el hecho de que sus padres sean homosexuales, que a un niño cuya madre lo deja solo o al cuidado de cualquier persona por irse a "rehacer su vida", o que a un niño cuyo padre no quiso hacerse cargo de su paternidad, o tantos otros ejemplos interminables que podría dar sobre padres que no merecen ese título.

No veo a ningún legislador degarrándose las vestiduras por tantos niños maltratados, ni a ningún sacerdote recriminando por los niños abandonados, ni a ningún activista poniendo atención a hombres y mujeres irresponsables cuyos hijos andan de un lado al otro, buscando consuelo donde lo encuentren, porque a ellos no termina de caerles el veinte de que trajeron una vida al mundo.

Más allá de juzgar si alguien tiene derecho o no a ser padre por sus preferencias sexuales, debería existir legislación para no permitírselo a quien no debe serlo, a quien no MERECE serlo, ya que rara vez se comporta como tal.