miércoles, 13 de agosto de 2008

Cuando te quitan las ganas de soñar...

"Trabajamos cumpliendo sueños", es el lema de la Lotería Nacional, y si, me imagino que a lo largo de todos los años de existencia de la institución, han cumplido los sueños de mucha gente que, llena de ilusión, compra un "cachito" o hace su "vaquita" junto a otras personas para comprar algún boleto o serie para un sorteo especial.

Y bueno, yo he pensado, mejor dicho, soñado, con todas las cosas podría hacer si me ganara cierto premio de la lotería, si es menor, pagar deudas, comprar un carro usado, hacer un viaje familiar, etc. Si es un premio como el de 30 x 30 (30 millones comprando un boleto de 30 pesos), invertir en una casa, comprarles una casa nueva a mis papás, viajar, ayudar a mis familiares, a mis amigos, invertir en tantas cosas.

Si, sueño y sueño en grande, aunque en fechas recientes, me he quitado esa buena costumbre de visualizarme gastando dinero que la Lotería Nacional y la suerte tuvieran a bien regalarme. La razón es muy sencilla, tan solo de pensar que teniendo dinero en mis manos, se atravesaran en mi camino algún grupo de esos hijos de la mala vida mal llamados "secuestradores"(porque lo que verdaderamente son, no me alcanzan las palabras para describirlos), se me quitan las ganas de ganar.

No, mi temor no despertó con el tan difundido caso del jovencito de apellido Martí, que ha ocasionado que todo el mundo se vuelque a pedir represalias ejemplares contra sus captores, sino con una situación que carcome la existencia de muchos mexicanos, que quizás no hayan recibido tanta atención como este caso.

Y es que, es algo que se está volviendo tan cotidiano, tan cercano a cualquier región de la república y en algunos casos, ni siquiera tiene que ver con personas de alto nivel económico, sino que por ganarse tal vez 5,000 pesos, que es lo máximo que pueden sacar de una tarjeta en un cajero automático, estos tipejos tienen atemorizado a todo un país.

Si, me han quitado las ganas de soñar con ganarme la lotería, por el pánico que siento de pensar en que puedan hacerle daño a algún miembro de mi familia, por el horror de ser víctima de un secuestro y pensar en lo que sufrirían mis familiares.

Mismo horror que sienten miles de padres, hermanos, hijos, esposos, amigos en este país durante los cientos de horas, quizás días, de angustia que pasan mientras su ser querido está en algún lugar inimaginable, o cuando reciben alguna "prueba" de que efectivamente estos individuos los tienen en su poder.

Y es que, no hay consuelo posible para quien tiene un ser querido en esa situación, no hay terapia que alcance para conformar a quien estuvo cautivo, ni hay castigo suficiente para quien comete un acto tan abominable contra un semejante, cualquiera que sea su razón para vivir a costa de maltratar de esa manera a los demás.

Ojalá la misma angustia, los gritos de desesperación, el llanto y el sufrimiento, tanto de quien fue secuestrado como de quienes lo buscaban y esperaban desesperadamente, los acompañe en sus pensamientos hasta el último día de sus vidas, ese quizás sea el mejor castigo, ya que la vida para sus víctimas no volverá a ser vida después de toparse con ellos.

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