lunes, 3 de marzo de 2008

PPDH: Pago por denigración y humillación

El pasado fin de semana tuve la oportunidad de asistir al festejo de cumpleaños de una amiga en un Canta Bar ubicado cerca de mi casa llamado "La Guarida", debo confesar que siempre me había llamado la atención el lugar, pero nunca había asistido.
Llegué ya avanzada la noche y en ese momento estaban haciendo un show que en el lugar denominan "Sin Censura", en el que un locutor, según pude constatar, realiza concursos e interactúa con los asistentes de una manera bastante peculiar.
Hizo un concurso en el que prometía regalarle a la ganadora una cubeta con cervezas o tequila, así que subió a 4 mujeres al escenario. Lo que voy a describir a continuación, tal vez sea cotidiano en algunos bares alrededor del mundo, estoy consciente de ello y aclaro que no me asusto fácilmente, pero luego explicaré la razón por la que me llamó la atención el dichoso concurso.
Primero que nada, el tipo pidió a las concursantes que se presentaran "cachondamente" diciendo su nombre y alguna frase que las ayudara a irse ganando al público, para eliminar a quien lo hiciera peor, preguntándole al público a donde iban a mandar a la eliminada, a lo que sonoramente contestaban: "a la v.....". Desde ahí, ya estaba yo un poco sacada de onda.
Acto seguido, las hizo bailar con la base del micrófono haciendo las veces de "tubo" y a cada una les dió un nombre de batalla con el cual serían diferenciadas por el público, quedando como concursantes "La Zorra" "La Teibolera" y "La Ramera", muy sonrientes las tres respondían cuando se les llamaba así.
Igualmente, eliminó a una y las dos restantes hicieron "gala" de sus capacidades histriónicas al fingir cada una junto a un asistente de sexo masculino un noviazgo, primeramente besuqueándose alegremente y posteriormente recetándoles sendas cachetadas a los "novios", para después bajar del escenario y hacer una competencia a ver quien lograba hacerse parar de su lugar y bailar entre los asistentes al bar.
Hasta ahí todo bien, salvo los apoditos y la presentación inicial, no veía yo nada fuera de lo normal dentro de un antro ¿no?, al menos eso creía y no podía estar más equivocada. Como no lograron convencer de un desempate al locutor, les pidió que se subieran a la barra del bar acompañadas cada una por una amiga para que bailaran al ritmo de reggaeton.
Lo que sucedió después fue un acto de total humillación y denigración para esas dos mujeres, dentro del baile les decía que no se decidían quien era la ganadora y que el siguiente paso era QUITARSE UNA PRENDA!!!!!! Así que las dos chicas se desprendieron de la blusa que portaban, y luego les pidió otra y estuvieron a punto de quedarse en ropa interior ambas.
Lo sorprendente no es que se le ocurran ese tipo de concursitos a los dueños de los bares, aunque si considero que podrían ser más respetuosos hacia sus clientes, sino que las dos chicas se hayan prestado a un espectáculo tan deplorable POR GANARSE UNA CHEVE!!!
Ya he mencionado anteriormente lo nauseabundos que me resultan esos concursitos de televisión de baile reggaetonero, que he llegado a la conclusión que quienes participan están buscando los 15 minutos de fama de los que hablaba Warhol, pero ¿esto? Una cosa es salir en la tele esperando ganarte algo y otra muy distinta ir a un lugar donde PAGAS por estar ahí y que encima te usen y te exhiban de esa manera.
O sea, ya sé, se iban a ganar unos alcoholes, pero ¿serán suficientes para pagar el haber mostrado casi por entero sus anatomías ante tanto extraño alcoholizado? La verdad fue muy triste y de pena ajena verlas, porque ni el haber estado profundamente alcoholizadas justificaba comportarse de esa manera, con tan poco respeto a si mismas, siendo parte de un espectáculo con el que solamente gana el bar, porque tienen show para sus asistentes, sin invertir mucho.
Ya lo dije, no me asusto fácilmente y no fueron las palabras altisonantes ni la desnudez lo que me sacó de onda, sino el poco respeto mostrado por los prestadores de un servicio y la permisividad de las concursantes a ser objeto de burla.
¿De plano los jóvenes(porque las dos no pasaban de 23 años) están tan necesitados de atención, de alcohol, de reconocimiento o de ya no sé ni qué cosa como para prestarse a cosas así?

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