Sábado de carretera

Sigue tu camino sin mirar atrás... sonaba en el reproductor del celular. Corría a 120, rebasando a un tráiler que me quiso asustar 100 metros atrás. El acelerador a fondo, cantando a toda voz, disfrutando realmente el relax... hasta que vino el primer semáforo que me obligó a bajar la velocidad.

Entrar a la zona urbana, me empezó a poner nostálgica, me puso a pensar... eso nunca es bueno cuando no se tiene más compañía que la de quienes vienen cantando. Y entre tanto pensamiento entró en mi cabeza la loca idea de tomar resoluciones.

De decirte directamente las cosas como van... lo tomas o lo dejas... como cantaba anoche Wendy: Tómame o déjame. Que sean las cosas, como siempre digo: Si o no, pero YA. Y si la respuesta es no: se chingó, te quería, como dice la Wera y le buscamos por otro lado.

Pero no en este momento, no puedo ahora, no puedo con otro duelo a resolver, después de que mi zona de confort se está deshaciendo, que tengo que empezar a tejer mi vida nocturna con hilos diferentes, que tengo que replantearme tantas cosas. El riesgo vendrá en unos meses más, quizás en ese tiempo obtenga la respuesta, deseada o no, sin tener que ser yo quien habra la boca.

Mientras tanto, sigo disfrutando las sonrisas que se pintan en mis labios, el brillo que emana de mis ojos, aunque sean espejismos que solo cubren la cobardía de no lanzarme de cuernos al abismo y recibir la nube que me salvará a mitad del vacío o el madrazo que seguramente me dejará en coma si llego hasta el fondo.